Expertos analizan el «burnout emocional» que nos impide enamorarnos en el siglo XXI
La psicóloga, sexóloga y terapeuta de parejas, María Esclapez, ha abordado un fenómeno creciente en la sociedad actual: el llamado síndrome del «corazón congelado», o la incapacidad de algunas personas para crear vínculos afectivos estrechos y duraderos. Esclapez describe esta condición como un «burnout emocional», una respuesta adaptativa del cerebro para protegerse de la saturación emocional, similar a como una persona que sufre un accidente de coche desarrolla miedo a conducir.
Según la experta, las causas de este «apagón afectivo» son tanto internas como externas. Las decepciones amorosas, las relaciones tóxicas, la dependencia emocional y el exceso de estímulos propios de la cultura de la inmediatez, contribuyen a esta desconexión. La psicóloga aclara que no se trata de una pérdida definitiva de la capacidad de amar, sino de un mecanismo de defensa. «No es que el corazón de repente se desactive sin más y para siempre», explica.

Un camino de desconfianza y aislamiento
Aunque vivir con un corazón «emocionalmente desconectado» puede parecer una forma de protección, María Esclapez advierte sobre los peligros a largo plazo. Si este bloqueo emocional se cronifica, puede llevar a una forma de relacionarse basada en el aislamiento y la desconfianza.
La terapeuta resalta la diferencia entre tomarse un tiempo para la introspección y la apatía emocional. «Una cosa es decir: ‘Me aparto porque necesito introspección’. Pero el no sentir como tal no puede ser una etapa necesaria. La apatía no se considera un proceso sano, sino un síntoma de algo más», señala. Para Esclapez, el problema no es querer estar solo, sino la pérdida de la capacidad de sentir. La experta sostiene que, aunque esta condición representa un desafío, no implica una pérdida irreversible de la capacidad de amar.

